Desde el 1 de enero, las indemnizaciones por muerte en accidente de tráfico crecen hasta un 50%
Vas por la carretera y te encuentras con una señal luminosa que te obliga a reducir la velocidad bruscamente. Avanzas y compruebas que se ha producido un accidente. Miras hacia otro lado y deseas que no haya sido grave. Aunque piensas que afortunadamente no has sido tú, recuerdas automáticamente que tu seguro te protege e indemniza en el caso que lo necesitaras.
El pasado 1 de enero entró en vigor la Ley de Baremo de Accidentes, que establece el sistema para la valoración de daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación, además este baremo también es aplicable a otro tipo de accidentes, como los de trabajo o los sufridos por la mala praxis médica.
Una de las novedades más importantes es el incremento de las indemnizaciones por muerte con una media del 50%. También se elevan las indemnizaciones por secuelas otro 35% y las indemnizaciones por lesiones se incrementan un 12,58% de media.
¿Qué cambia?
Aparecen nuevos beneficiarios, que se clasifican como perjudicados, como hermanos mayores de edad, parejas estables, menores que conviven con familiares que no son sus padres biológicos, básicamente los allegados que hayan convivido familiarmente con la víctima durante un mínimo de cinco años.
Y varía el método de cálculo de la indemnización para la víctima, incluyendo el “lucro cesante”, que es la pérdida de ganancias como consecuencia de un daño, que de no haberse producido éste, habríamos obtenido.
La nueva Ley tendrá en consideración los ingresos de la víctima, el trabajo que pueden desempeñar dentro del hogar y la pérdida de capacidades futuras para menores o estudiantes.
Los corredores de seguros aplaudimos la reforma ya que nos colocamos de parte del consumidor y creemos que es una reforma que beneficia a las víctimas porque mejora sus coberturas.
También compartimos las declaraciones de Rafael Catalá, Ministro de Justicia desde el 19 de septiembre de 2014, cuando afirma: “el seguro desempeña un papel que desborda labores puramente económicas para convertirse en un factor de cohesión social, con una importante contribución al bienestar de los ciudadanos, gestionando bien temas complejos”.